Nos adentramos en el diorama de la I Exposición del Grupo de Belenismo de Getafe. Una misteriosa voz nos revela todos sus secretos...
La primera en recibirnos es la Princesa de Éboli, Doña Ana de Mendoza y de la Cerda, personaje popular en Pinto. Desde lo alto de la torre donde está cautiva vislumbra una ciudad llena de vida. Casas, iglesias, restaurantes, comercios y mucha gente por la calle. Ha escuchado a la muchedumbre, ha olido el incienso y ha subido corriendo para asomarse a lo alto. Hacía tiempo que no veía pasar una procesión frente a su torre, la Torre de Éboli.
El cortejo está justo debajo. Ya ha pasado la pizzería y la iglesia, encabezada, como toda hermandad, su cruz de guía, seguido de un cortejo de nazarenos de túnica y antifaz verde con una cruz roja grabada, capa blanca y cordón blanco y verde. La tradición en las hermandades pasa de padres a hijos y así lo podemos ver: un niño vestido de nazareno junto a su padre. Todos ellos acompañan al primero de los pasos, que representa el momento del prendimiento de Jesús. En la parte delantera apreciamos dos romanos, un esclavo africano, un judío con una antorcha y Jesús con las manos abiertas aceptando la voluntad del Padre. En la parte trasera alrededor de un olivo vemos 4 de sus discípulos; Juan, Santiago, Pedro y a Judas, llevándose las manos a la cabeza tras haber vendido a Jesús. La representación que se escenifica es la de la Hermandad de los Panaderos de Sevilla. La canastilla y los respiraderos están inspirados en la Hermandad de la Redención de la misma ciudad, con madera oscura y toques dorados. Es Viernes Santo. Un sacerdote con sotana y un diácono, ambos con capa pluvial roja, acompañan a la hermandad en su procesión.
Inmersos en la procesión, haciéndonos paso entre la multitud, mientras paseamos por las casas más antiguas de la ciudad y escuchamos las saetas que se cantan desde sus balcones, vemos el cortejo de la Dolorosa bajo palio saliendo ya de la carrera oficial y las tribunas. En este caso le acompañan en el cortejo nazarenos con antifaz azul con la cruz trinitaria, túnica azul, capa blanca y fajín anaranjado. Destaca la insignia de la hermandad, conocido popularmente como el bacalao. Escoltado por dos guardias civiles de gala encontramos el paso de palio, con un manto en tono azul, bordado a mano en el que encontramos la cruz trinitaria, el corazón en llamas y un ancla, en homenaje a la Esperanza de Triana. Este no será el único guiño a dicha hermandad, en el techo de palio, también bordado a mano, encontramos la representación del puente de Triana entre la naturaleza y cuatro círculos rodeando al central, que de nuevo es un ancla, con símbolos de la cruz del silencio, la flagelación, el monte calvario y los siete dolores. También acompaña al paso el consiliario de la hermandad.
Se abren dos calles más. Las personas sentadas en la tribuna escuchan cornetas de fondo, es la hora del cortejo de la Lanzada, hermandad sevillana, acompañado por sus nazarenos de túnica blanca, antifaz, capa roja y cordones blancos y rojos. El paso de misterio de la lanzada está compuesto por Jesús crucificado, la Virgen María, el discípulo amado San Juan, Longinos a caballo tras clavar la lanza en el costado de Jesús y tres mujeres. ¿Y las cornetas? Detrás del paso se empiezan a ver gorras blancas, ahí está su banda. Suena a música cofrade, se escucha arrastrar los pies, huele a incienso en la plaza, estamos en Semana Santa.
Pero volvemos a la zona de tribunas porque antes veremos llegar otro cortejo. Los legionarios van a la altura del paso de peatones, al fondo, para enfilar después de la Dolorosa. Portan a un cristo crucificado en homenaje a la buena muerte de Málaga. Lo llevan levantado al paso de las tribunas, la gente les aplaude, los niños asombrados miran como el Cristo está por encima de las cabezas de los legionarios. Este cortejo lo cierra un coche de la policía.
Estamos en la zona más comercial de la ciudad con tiendas y un centro comercial donde la gente come, bebe, se compra ropa… viven con normalidad, ajena a la fe que muchos habitantes viven por las calles y que otros acompañan. Pero a muchos no les importa, en medio de la cotidianidad muestran la fe, la que les une a tantos hermanos para trabajar juntos con la mirada puesta en Cristo y por la intercesión de la Virgen María.
Y desde la zona de tribunas se despide su reportero particular, ¿no me habían visto? Yo soy el que os ha retransmitido toda la procesión.
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